martes, 4 de enero de 2022

SILENCIO QUE ATURDE

    Han pasado muchas Lunas, desde la última vez que atendí al llamado de las letras en este espacio. Muchas son las reflexiones dignas de estar plasmadas, pero muy poca la motivación para sentarme frente al teclado. Hoy es uno de esos días en que la madrugada aturde con su silencio invitándome a escudriñar en mi balance del pasado reciente y rápidamente se devela, entre otros, el tema COVID 19 ¿Cómo no darle un lugar? siendo el protagonista de un avatar, en el mejor sentido de la palabra, que me ha conducido por un camino con luces y sombras (éllas quedarán para otro momento). Mejor concentrarme en el tema propuesto, porque creo en la ciencia y me parece injustificable el negacionismo de élla por caprichos de cualquier índole como la política, la ética y la propia negación de argumentos científicos.
    Ciertamente, la inoculación de una enfermedad para la prevención de la misma enfermedad fue cosa de asombro y rechazo por parte de un grupo de seguidores del Filósofo Voltaire en el siglo XVIII, en los momentos de aparición de la vacuna antivariólíca, generando pugna entre quienes desconfiaron de los efectos benéficos y quienes se atrevieron a transitar por el camino incierto  de sobrevivir a la pandemia que azotaba al mundo en aquellos días: la viruela. 
    Actualmente, dudar de los fármacos es común en un sector de la población como consecuencia de los comentarios que circulan a través de las redes, respecto a lo mercantil que representa la industria médica y farmacéutica en general. El hecho de que un multimillonario como, Bill Gates, sea uno de los financistas de la vacuna Astra Zeneca, conduce a grupos minoritarios por todo el mundo a oponerse rotundamente a la vacunación sin conciencia del daño que provocan. 
    Creer en la ciencia y observar los cambios favorables sobre la humanidad, es suficiente para apoyar la vacunación masiva. Sólo así podrá ir mutando el virus y hacerse más débil...Veremos qué ocurrirá ahora con la aparición de la nueva amenaza: el OMICRON...  


miércoles, 16 de septiembre de 2020

Hoy, a modo de reflexión...

 ¡Buenas salenas cronopio cronopio!

Dispuesta  a reiniciarme en la interaccón, en modo virtual. Nada fácil para mí, tan acostumbrada al saludo cordial, presencial,  afectuoso,  a veces diferenciado "cuerpo a cuerpo" con el abrazo oportuno...en fin ese saludo que se siente y se disfruta, más por la persona que por el encuentro, a veces fortuito, pero encuentro al fin.

Si bien es cierto que la vida nos enseña con su discurrir silencioso entre el bullicio del entorno, del contexto, del día a día,  no es menos cierto la llegada de momentos especiales donde los también cronopios, famas y esperanzas transcurren como deambulando para ser parte del mundo interior; ese mundo tan nuestro e íntimo pleno de contradicciones: alegría-tristeza, calma-frenesí, simple-complejo, luces y sombras..., es lo que somos.

De la impresión que me causara aquella palaba "cronopio", pronunciada en un momento de inusitada inquietud, ha pasado casi medio siglo y,  desde entonces hasta hoy, sigue girando en mi entorno para recordarme cuan valioso es todo el tiempo transcurrido, animándome en los momentos menos aciagos en que basta con tener presente el cronopio que podemos ser.

lunes, 25 de marzo de 2013