miércoles, 16 de septiembre de 2020

Hoy, a modo de reflexión...

 ¡Buenas salenas cronopio cronopio!

Dispuesta  a reiniciarme en la interaccón, en modo virtual. Nada fácil para mí, tan acostumbrada al saludo cordial, presencial,  afectuoso,  a veces diferenciado "cuerpo a cuerpo" con el abrazo oportuno...en fin ese saludo que se siente y se disfruta, más por la persona que por el encuentro, a veces fortuito, pero encuentro al fin.

Si bien es cierto que la vida nos enseña con su discurrir silencioso entre el bullicio del entorno, del contexto, del día a día,  no es menos cierto la llegada de momentos especiales donde los también cronopios, famas y esperanzas transcurren como deambulando para ser parte del mundo interior; ese mundo tan nuestro e íntimo pleno de contradicciones: alegría-tristeza, calma-frenesí, simple-complejo, luces y sombras..., es lo que somos.

De la impresión que me causara aquella palaba "cronopio", pronunciada en un momento de inusitada inquietud, ha pasado casi medio siglo y,  desde entonces hasta hoy, sigue girando en mi entorno para recordarme cuan valioso es todo el tiempo transcurrido, animándome en los momentos menos aciagos en que basta con tener presente el cronopio que podemos ser.

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